Arteologia y semiotica de los objetos - Maria Monica Aristizabal - Andrea Rodríguez Mancera - ensayo final comunicacion oral y escrita II - universidad icesi - viernes 18 de mayo/ 2012
ARTEOLOGÍA Y
SEMIOTICA DE LOS OBJETOS
En
la televisión, en periódicos y revistas, en folletos, aparece una oferta
creciente de objetos de distinto tipo. El objetivo de esta publicidad continua
es lograr que muchas personas sientan la necesidad de estos productos, para
ello se hace uso de distintas estrategias que tienen que ver con la semiótica
de los artefactos. Cómo hacer sentir al cliente, al usuario, al ama de casa que
ese producto la hará sentir más bella, más cómoda, con mayor status social y
cómo esos productos corresponden a unos usos que gozan de la aprobación social,
de tal forma que terminan siendo un parámetro de competencia entre personas de
distinta estrato social. Son mecanismos sutiles pero efectivos los que utiliza
los medios masivos de comunicación para imponer modas, estilos e incluso para
generar cambios en la manera como la gente se relaciona con objetos de uso frecuente.
En la década de los años sesenta y setenta los utensilios estaban hechos para durar y se
asociaban con el delicado cuidado que le daban las amas de casa, el concepto de lo “desechable” no tenía en
nuestra sociedad el espacio que actualmente ha ganado en la actitud o vocación
consumista de las familias actuales. Tampoco se concebía, en aquella época, que
dentro de la cocina estuviera el sitio para lavar la ropa, el patio o mejor el
lavadero el lugar reservado para este tipo de utensilios. Poco a poco, a fuerza
de mensajes publicitarios, de mostrar imágenes, de señalar familias “ideales”
con cocinas “integrales”, de conceptos como lo elegante, lo útil y lo sencillo,
se ha ido introduciendo un nuevo concepto de lo que debe ser una cocina. Atrapados
por la sociedad de consumo muchos jóvenes relacionan su grado de satisfacción,
su sentido de la felicidad por la posesión de ciertos objetos, es una
conversión de la relación objeto-uso, por la relación objeto-felicidad. Un
asiento tiene un uso práctico, tenerlo da comodidad, pero tenerlo -o no
tenerlo- no implica una interiorización
emocional, en cambio la publicidad ha logrado que quienes no tengan un celular
o Black Berry se sientan un tanto desgraciados. Esa connotación Alfredo Cid
Jurado del objeto como placer, como satisfacción, como poder la han logrado
apuntalar los medios de comunicación. Se trata de cambiar de jugar con los símbolos,
con las imágenes y en especial con el nuevo pensamiento que configura la
cultura.
En
el campo de acción de un diseñador industrial debe haber suficiente claridad
sobre como ajustar sus diseños o creaciones al agitado mundo de hoy, para ello
debe tener la capacidad de leer e
interpretar las exigencias y cambios en la manera como los grupos humanos, las
familias, las personas perciben los espacios que habitan y los objetos que
utilizan. Asumiéndolos desde la posición de “la relación de dicha comunicación
en un plano social mediante el cual los objetos de uso cotidiano mantienen una
estrecha relación con la preservación y transmisión de un imaginario colectivo
compartido que caracteriza una esfera semiótica” (1) La cocina es, sin lugar a dudas, un lugar que
sigue simbolizando lugar de reunión, transformación afectiva de los alimentos,
hogar alrededor del cual se cocinan y transforman los frutos de la tierra. La
cocina es como la estantería de todo aquello que posibilita la sobrevivencia,
pero también guarda intima relación con la capacidad del hombre para procurarse
lo que necesita. Los instrumentos de cocina tienen la función de hacer amable
este espacio culinario y en su diseño debe pensarse ya no solo en su mero uso práctico,
sino en otros aspectos o agregados que se han incorporado a la visión de lo que
debe ser una verdadera cocina. Es decir, no basta la cuchara, el mesón, la
olla, el rallador, el cuchillo, por el simple hecho de que sirvan como
prolongación de la mano, como soporte, como recipiente, como desintegrador o
como instrumento cortante, ahora se trata de tener otros elementos relacionados
con la manera como cada familia, cada hogar, cada casa quiera ser percibido por
el resto del grupo social. La semiótica de los artefactos arroja, en este
sentido, elementos que permiten entender esta transformación de los gustos, de
la manera de interactuar en espacios como el de la cocina, de cómo el sentido
de lo estético ha variado no solo por el ritmo frenético de la sociedad actual,
sino por un trabajo agudo de quienes están detrás de las campañas publicitarias
de tal o cual objeto.
Por
tu casa, por sus espacios interiores serás conocido, por los cuadros, por los
adornos y por la distribución de los objetos puede tenerse una lectura de
quienes habitan una casa cualquiera. Entrar a su cocina, es como entrar a sus fondos,
es conocer las intimidades de cómo asumen la distribución de sus utensilios, de
qué productos están en la prioridad de su alimentación, de que utensilios
consideran indispensables y, en especial, de qué tanto han adaptado su modo de
vida a las exigencias de la vida. Le dan prioridad a la luz? O qué tipo de
iluminación usan?. Los diseñadores que deseen estar a la vanguardia no pueden
alejarse del sentido ancestral que ha tenido la cocina, pero también debe
ajustarse a un refinamiento de lo estético que se ha convertido en una huella
del ser “moderno”. Se trata de una fusión entre lo artístico, aquello que
genera un impacto a la vista, por su componente, peculiar, suave, colorido, en
todo caso que genere en el consumidor una empatía, un deseo de tenerlo, de que
ese objeto tiene que ver con él. Estos elementos culinarios cobran vida porque
el diseñador entiende esa relación que se da entre el usuario y el objeto. Ya
no se piensan únicamente los objetos de la cocina en la imagen cuidadosa, y disimulada
de la mujer. Hoy este concepto se ha revolucionado. La cocina se ha ampliado en
la manera en como clasificamos las cosas, en un patrón universal. No es solo el
espacio de donde salen platos para un hombre que se sienta a esperar que lo
atiendan. El patrón de la cocina moderna ahora incluye a hombres, mujeres y
niños, por igual, por lo tanto los diseños de los utensilios deben buscar la
comodidad, el gusto, la atracción y la utilidad para todo el grupo familiar. La
competencia está en quienes hacen diseños de utensilios que logren tocar esa sensibilidad
y que empujen a otros a querer tener esos mismos utensilios. Introducir en
nuestra labor elementos del arte, no estar aislada del consumidor contemporáneo,
no solo parecerle estéticamente agradable sino ingresar en las expectativas del
ser humano actual, porque “cuanto más universales son las verdades
presentadas por una obra de arte, más importante es el mensaje”(2).
Satisfacer
al consumidor puede ser algo
momentáneo y tiende a ser fácil, cuando
se trata de productos de consumo popular, sin embargo cuando se trata de
instrumentos de mayor duración, la situación es diferente, se trata de capturar
su atención, de quedarse estampado en su cabeza. Para ello nuestro producto
debe lograr “empatía” que significa comprensión de la vida mental de otros. En
ella, sobre la base de las expresiones y signos externos, una persona se
imagina en lugar de alguna otra e intenta sentir como ella siente.(3) No
podemos seguir pensando en la “casa” desde una perspectiva inerte, de cuatro
paredes, con una estufa que recoge a la familia, la resguarda y le permite
satisfacer sus necesidades básicas. Ese concepto debemos ajustarlo a los
cambios que este concepto ha tenido en su representación, en la relación que
guardan sus usuarios con ese espacio
afectivo, pero que ha modificado la manera como es leído y como las personas
interactúan dentro de ella o con ella.
Intentando
recoger ese nuevo lenguaje que gravita
en las cocinas, será necesario retomar aspectos fundantes de la semiótica de
los artefactos, por el ejemplo como instaurar una cercanía al objeto desde los
signos icónicos, es decir como la forma
percibida del signo se parece al objeto de referencia y de qué manera se le da
“personalidad” o se particulariza haciendo uso de figuras geométricas, jugando
con las líneas, con las imágenes, la textura, el contraste que hace con la luz,
el aprovechamiento de los espacios. Actualmente se explota bastante el sentido
metafórico, diseñando objetos que hacen relación a la relación afectiva que
tienen los seres humanos con la época de su infancia, con el sentimiento de
estar protegido, con imágenes u objetos tomados de cuentos infantiles, incluso
se retoman personajes que hacen de soporte o de fondo para tablones, cabos de
cuchillo, decoración de platos, manteles, jabones, ollas, sartenes, cucharones,
rayadores y cualquier cantidad de maquinas nuevas que se vienen promocionando
con diversidad de usos, pero que atrapan el gusto por lo estético y por lo
práctico. Con otro concepto que se atrapa al consumidor es que todo debe estar
a mano, ya que lo tradicional, lo grande lo pesado, no cabe en la visión
moderna. Tal visión está relacionada con lo antihigiénico y con lo poco práctico.
Quién ingresa a la cocina debe tener los ingredientes necesarios y utensilios a
la mano. Se trata de un nuevo parámetro para el concepto de cocina, que se
distancia de su concepto antiguo, sin abandonar su simbología esencial.
Es
Roland Barthes quien mejor expresa la riqueza infinita del significado de los
objetos y quien advierte que el objeto requiere la función mediadora del
lenguaje para tener acceso al significado. Esos significados iban tomando consistencia
en el uso, en la tradición, hasta convertirse en verdades. Pareciera que ese
lugar de la “significación” de los discursos, de la imposición y costumbres,
estuviera siendo manipulada por los medios de comunicación. Aunque esto sea cierto,
no podemos ser ajenos a las tendencias, a las innovaciones que estos medios exijan
para el modo de vida actual. Taparse los ojos solamente significara quedarse al
margen y no incorporarse al mundo moderno.
En
nuestra profesión debemos asumir una posición crítica frente a la sociedad de
consumo, pero de igual manera debemos tener la capacidad de leer los cambios
que va evidenciando el mundo de hoy, ser innovadores, creativos, para diseñar
utensilios, instrumentos, objetos que sirvan y que atraigan, que se conviertan en
parte de espacios de representación social, como la casa, como la cocina. Al
decir deWolfflin (1908-1956) interpretamos todo en el mundo exterior con los
mismos medios de expresión que sentimos en nosotros mismos", por lo tanto
los objetos terminan siendo una prolongación de nuestro cuerpo y son los
objetos los que –separados, en grupo o
en relación entre sí- terminan configurando esa realidad de la que hacen parte
los hombres. Cumplimos una función especial en la creación de los artefactos
porque en nuestras mentes, en nuestras manos, como los artesanos, modelamos
objetos que pueden enriquecer la sociedad, que pueden hacer más cómoda y
llevadera la vida y que buscan anticipar los problemas del espacio culinario.
Asumir nuestra profesión desde la semiótica abre su sentido a la cultura
universal, la aleja del inventor “ermitaño” y la inscribe en su relación con la sociedad
de la que hace parte, con los grandes cambios del mundo actual, con la necesidad
de comprometer nuestra capacidad de análisis para hurgar en el lenguaje de las
cosas, para interpretar las necesidades y exigencias de este mundo globalizado
que habitamos.
BIBLIOGRAFIA
(1) Jurado,
Alfredo Cid, El estudio de los objetos y la semiótica, Escuela Nacional de
Antropología e Historia, México, 2002
(2) 1999.
Arteología - Semiótica De Los Artefactos, Pentti Routio
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